Opinión
No me cansaré de decir que las líneas de Alta Velocidad en España son el enemigo del ferrocarril convencional. Desde la irrupción de los trenes de Alta Velocidad en 1992, el resto de líneas de ancho ibérico ha ido perdiendo tráfico y con lo cual se han tenido que desmantelar.
Hace poco se llevó a cabo otro de los atentados contra el patrimonio ferroviario. La demolición de la estación de Donostia-San Sebastián, todo con nocturnidad y alevosía de la mano de la Red Ferroviaria Vasca (conocida como Euskal Trenbide Sarea), para la construcción de la nueva estación que albergará las nuevas vías de la "Y Vasca", un proyecto iniciado hace casi 20 años y que llevan varios años de retraso y con un sobrecoste de cientos de miles de millones de euros.
España, un país con una superficie de casi 506000 kilómetros cuadrados, dispone de una red de Alta Velocidad más extensa que la de Japón (país pionero en este ferrocarril desde 1964), está posicionado como el segundo país del mundo por detrás de China, con casi 4000 kilómetros de vía de ancho internacional. En nuestro país, la Alta Velocidad es una simple arma política para mostrar a la Unión Europea de que la tenemos "enorme".
Esto también, además de reducir el transporte aéreo, ha fomentado la desaparición de los trenes nocturnos que vertebraban la península ibérica.
Desde mi punto de vista, se 'mima' demasiado al enemigo y se maltrata al ferrocarril convencional, aislando así a los habitantes como es el caso de Cuenca. Cada vez que pienso en el "capricho" de los presidentes de Galicia, Asturias, Cantabria o Euskadi me pongo a temblar.
En fin, el Tren de Alta Velocidad en España es inútil en su totalidad. Salvo líneas como la que une Madrid con Barcelona o Sevilla, el resto no es más que malgastar dinero y arruinar a los pequeños pueblos porque las estaciones son inaccesibles si no dispones de vehículo propio. Además de tener unos precios prohibitivos pese a que hayan aparecido servicios como Iryo. Si que es verdad que hay servicios de bajo coste como Ouigo o Avlo que hacen que viajar sea más fácil, pero aún así no es igual que viajar en un genuino tren regional en el que disfrutas del paisaje. O en el caso de los nocturnos, poder descansar en el tren para amanecer en tu destino.
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